María Rosa se para frente a la pizarra en la que una carnicería exhibe los precios. Nada está escrito con firmeza por la inflación. Los precios cambian al ritmo de la tiza. La ama de casa mira su monedero. Dice que le alcanza para comprar $5.000 de choquizuela o trasjamón, cortes económicos que, en la cocina cotidiana sirve para elaborar milanesas. El carnicero se le acerca y le ofrece dos kilos por $14.500. Con eso, ella tiene para cubrir de alimentos gran parte de la semana. Pero el día a día la invade. No le alcanza.
Casos como ese se observan a diario. “Se impuso la compra fraccionada. La gente piensa que el kilo está cerca de los $10.000 y nadie se atreve a desembolsar esa suma pero, si no lo hace hoy, tal vez mañana y pasado tenga que venir al local”, confiesa a LA GACETA Gustavo, un carnicero con varios años de experiencia y varias crisis a sus espaldas.
De acuerdo con los últimos datos del Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), en febrero el precio de la carne vacuna marcó una suba promedio del 4,2% mensual, variación que resultó muy inferior al 13,2% de incremento general de precios, luego de varios meses moviéndose por arriba de la inflación. A partir de este mes, los precios de la carne vacuna tienden a aumentar acompañado por el aumento del consumo en los hogares. Se trata del inicio de la temporada escolar donde las familias retoman hábitos de consumo más estables, ya fuera del período de verano donde las dietas suelen ser más ligeras y menos elaboradas, dice un reciente reporte de Rosgan, el mercado ganadero de la Bolsa de Comercio de Rosario.
La caída en el consumo per cápita de carne vacuna se agudizó entre enero y febrero, ya que en ese período llegó a los 44 kilos y en el bimestre anterior había trepado a los 48,5 kilos, a pesar de los precios estables.
Durante el año pasado, los números de consumo se mantuvieron firmes a pesar de la suba general de precios. En términos per cápita, según datos oficiales, en 2023 el consumo de carne vacuna alcanzó los 52,4 kilos anuales registrando un aumento del 7% respecto de los 49 kilos per cápita resultantes en 2022. En tanto que, en materia de precios, contrariamente a lo percibido por el consumidor, el precio real de la carne vacuna -descontando el componente inflacionario- registró una baja promedio del 7% anual.
Si analizamos el comportamiento de ambas variables -precio y volumen- en forma bimestral observamos en realidad que, durante el segundo semestre de 2023 el consumo de carne vacuna comienza a mostrar una tendencia decreciente con precios reales estables, detalla Rosgan.
Frente a la actualización de los precios, el consumidor se resiste a convalidar más cambios en las pizarras y ese fenómeno se observa en las ventas, que vienen decayendo. Aún más, también se evidencia en la selección de los cortes: poco asado y más blanco especial.
Si bien para este año se espera una reducción de oferta de carne vacuna, el consumidor dispone de otras carnes más económicas como la carne de pollo o la carne de cerdo que vienen ganando cada vez más participación en la ingesta total, indica el reporte de Rosgan.